Por el hecho de haber tenido a mi padre en las cárceles de Franco durante tantos años he adquirido una sensibilidad vital, que nada y nadie pueden alterar, referente a la guerra civil y posterior período del régimen franquista que me afecta, atañe y me conmueve en lo mas intimo, despertando en mi, a la vez que recuerdos y solidaridad con las familias que tuvieron que vivir sus consecuencias en primera persona, también orgullo de pertenecer a ese mundo que nos sirvió de escuela de humanidad y justicia. Cada vez que puedo me reúno con los supervivientes de lo que se ha venido llamando la Batalla naval del cabo Matxitxako, para conmemorar una situación que fue mucho más que un hecho de guerra. La última vez fue este fin de semana pasado en Akorda (Ibarrangelu),
A comienzos de marzo de 1937 las fuerzas navales nacionales se hallaban desplegadas por todo el Cantábrico, bloqueando la costa, con el fin de interceptar la prevista llegada a puertos republicanos de dos mercantes vascos. Uno era el Mar Cantábrico que venía de Veracruz (México) con un importante cargamento de armas y, el otro, era el Galdames salido de Bayona para Bilbao con 173 pasajeros, tres toneladas de monedas de níquel acuñadas en Bélgica para el Gobierno Vasco y carga general para la Republica. De El Ferrol había salido el Crucero Canarias, el barco más potente y emblemático de la Armada Española, con la misión de interceptarles
Si hubo algún momento en la Guerra Civil en el que la angustia hizo de hombres auténticos héroes y que una derrota se proclamase una victoria, ese fue el que discurrió esa noche trágica entre el 4 y el 5 de marzo de 1937, en aguas de Vizcaya, a la altura del Cabo Matxitxako a cuatro pesqueros vascos improvisados en naves de guerra para realizar labores de escolta al Cantábrico y al Galdames. De lo sucedido entonces no sólo dieron fe los del bando que se llevó la peor parte. Los rebeldes también reconocieron el enorme valor de unos marineros que, en inferioridad de condiciones, supieron defender su causa hasta la muerte. Tanto es así que los supervivientes de uno de los pesqueros vascos, el Nabarra, que fueron hechos prisioneros por el Canarias, fueron juzgados unos meses después y condenados a muerte pero la mediación directa ante el general Franco del comandante y del director de tiro del Canarias, hicieron que se les indultara y se les pusiera en libertad..
Pero esta derrota militar se convirtió a ojos de la población en una victoria moral. La prensa informó ampliamente del suceso, lo que sirvió para convertir el combate de los bous contra el Canarias en una gesta épica y realizar actos a favor de los marinos fallecidos.
La Marina de Euskadi que, por su constante actividad y eficacia, había conseguido el reconocimiento entre los pescadores y los marinos mercantes, lograba así una aureola de valor y tenacidad ante el conjunto de la población. En memoria de los caídos ese día, el Gobierno Vasco en el exilio instituiría en 1978 el Itxas Gudarien Eguna ("Día del Marino de Guerra") que suele celebrarse en Bermeo , como símbolo de entrega y de ejemplo para todos los vascos sin distinción alguna de creencias.
Los franquistas ganaron esa batalla y unas cuantas más. Pero la guerra de la libertad, la ganamos nosotros restableciendo al fin la democracia en España, y rindiendo a los mártires del cabo Matxitxako y a tantos y tantos héroes mas de aquella contienda fraticida , su honor y su dignidad, para que las jóvenes generaciones sepan el alto valor moral que posee la libertad y lo que cuesta salvaguardarla.
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