Si alguien cree que los socialistas hemos tomado estas medidas de ajuste de nuestro déficit público ignorando su carácter impopular, se equivoca. Sabemos que son duras pero también sabemos que estas medidas eran necesarias.
El Estado de bienestar tal como lo concebíamos hasta antes de la crisis, no se pone en cuestión, pero es innegable que es mucho más complicado financiarlo, con la economía a medio gas y las medidas que ha tomado el gobierno, para acelerar la bajada del déficit, como la congelación de las pensiones, la supresión del chequebebé y una rebaja media del 5% en los sueldos de los empleados públicos, tendrán efectos positivos a medio y largo palazo en esos mismos colectivos que se ven hoy expuestos en primera línea.
El compromiso con Europa de recortar adicionalmente el gasto público en 5.000 millones de euros este año y en 10.000 millones en 2011 ha llevado a estas drásticas medidas sin que afecte, salvo en algunas décimas al crecimiento, que el Ejecutivo revisará a la baja su previsión para 2011, cuando esperaba que el PIB aumentase el 1,8%.
Y esa es la cuestión; solo podremos salir de la crisis si recuperamos el crecimiento. Con él se creará empleo, se equilibrarán las cuentas sociales mediante ingresos fiscales, cuotas de SS etc.
No soy experta en economía pero todo el mundo sabe que un país con deuda genera miedo y desconfianza y los inversores dudan, se asustan y se van. Tras ello, la economía se enfría, no crea empleo, aumenta el gasto de protección social, la deuda publica etc. Ese ciclo infernal es el que hemos querido parar de raíz. Las medidas están dirigidas a reestablecer la confianza en nuestra economía para atraer inversiones y porque es el mejor antídoto para desmotivar al capital especulativo, siempre al acecho, que nos ataca en las bolsas internacionales. Es la mejor garantía para que encontremos crédito barato, al ser un país solvente, para impulsar nuestros proyectos de desarrollo, nuestras inversiones en tecnología, el necesario cambio de modelo económico etc.
Un gobierno socialista debía ponerse a la cabeza de este saneamiento nacional, sea cual sea el coste electoral. Para nosotros el poder es instrumental, o ayuda a cambiar las cosas en aras a la justicia social y la solidaridad, o no sirve, y aferrarnos a el, a toda costa, no es nuestra costumbre.
En muchos países de nuestro entorno se han tomado medidas de estas características y la oposición ha acompañado a sus ejecutivos, en nombre del interés nacional, como era de esperar. En esos países se ha tenido altura de miras para, dejando los intereses de partido de lado, apoyar cuestiones en los que el país se juega su futuro.
En España parece que seguimos siendo un país aparte. El ciclo destructivo en el que nos quería meter el PP consistente en criticar todo sin proponer nada, nos llevaba al desastre económico y a la desintegración social.
La derecha española ha creído que los socialistas por táctica electoral, íbamos a competir con la que esta cayendo, como lo hacen ellos, por unos puñados de votos, en detrimento del interés superior del país.
Aquí el PP, lo observamos un día si y otro también, está dispuesto a ver desfilar el cadáver de Zapatero aunque sea por encima de las ruinas de la economía española. Pero eso no lo conseguirá. Como Partido igual salimos debilitados debido a la peor crisis de la historia, pero España saldrá fortalecida, con las medidas que hemos tomado con mucho dolor de corazón.
En las elecciones, ya veremos, porque los electores no son tontos y tienen sentido común y tienen lo que es para nosotros aún más valioso: una memoria que sorprenderá a más de uno.
martes, 25 de mayo de 2010
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